domingo, 2 de septiembre de 2007

ESCOSICOLOGIA Y CALIDAD DE VIDA


2 de septiembre, 2007

Ecosicología
Por Marian González
mariannatural@gmail.com

Cuando destruimos ecosistemas una parte de nosotros muere con ellos. En un planeta que se está deteriorando rápidamente, los humanos nos encontramos plagados de conflictos emocionales.
Cuando me siento agobiada por el ajetreo de la vida diaria doy una vuelta por la playa, camino por algún área rural, tomo clases de yoga en el Bosque San Patricio o si no quiero complicarme, me siento un rato en el jardín. Es como una fórmula mágica que nunca falla. Hay cuestiones que conocemos intuitivamente o simplemente por sentido común. Siempre he sabido que existe una relación directa entre el ambiente que nos rodea y nuestra salud mental.

Entiendo que es una relación que fluye en ambas direcciones. La pérdida de contacto con nuestro entorno natural nos hace más violentos y menos tolerantes. De igual modo, al acercarnos a la naturaleza calmamos nuestro espíritu, bajamos los niveles de estrés y mejoramos la convivencia.

A través de la historia vemos múltiples ejemplos en aquellos que comprendieron claramente la relación hombre-naturaleza. Henry David Thoreau, filósofo norteamericano, se fue a vivir al área de Walden Pond para alejarse del bullicio y encontrar el verdadero significado de la vida. Buda recibió la iluminación sentado bajo un árbol. En una carta que se dice escribió el jefe indio Seattle al presidente de Estados Unidos, se expone cómo el ser humano forma parte de su entorno. Todo esto ocurrió mucho antes de que se soñara con estudiar sistemáticamente la ecología.

En las últimas semanas se han visto casos de exceso de fuerza por parte de la Policía en Puerto Rico. Mucho se ha hablado de la salud mental de los miembros de la Uniformada, de la necesidad de que se evalúen periódicamente y tengan acceso a ayuda sicológica o siquiátrica. Pero no se trata solamente de la Policía; no podemos negar que vivimos en una sociedad violenta. Basta con escuchar la radio o leer los medios escritos para enterarnos de asesinatos, abuso de menores o violencia doméstica. En la calle nos tocan bocina, escuchamos música estridente, se nos cuelan en las filas y nos cogen los estacionamientos que llevábamos rato esperando. Al más mínimo comentario nos responden con improperios y palabras soeces. Parecería que todos sufrimos de un coraje permanente.

En un planeta que se está deteriorando rápidamente, los humanos nos encontramos plagados de conflictos emocionales.

“La cultura de la violencia destruye la aspiración de una vida saludable. No puede garantizar la conservación de los recursos naturales como tampoco garantiza el respeto a todas las formas de vida. Sin embargo, una cultura de paz construye, preserva, armoniza, trabaja ecológicamente defendiendo la salud, la libertad, la justicia y la seguridad de la vida”.
Doctor Luis Raúl Colón Rivera
siquiatra

OBSERVEMOS CINCO (5) INDICADORES PARA VER CÓMO ANDA LA CALIDAD DE VUDA DE LOS PUERTORRIQUEOS. Según datos de la Organización Mundial de la Salud para los años 2002-2003:

• Aproximadamente el 25% de la población puertorriqueña tiene problemas siquiátricos severos, siendo esta tendencia mayor entre niños, adolescentes y ancianos.

• Se calcula que en Puerto Rico existen entre 175,000 y 200,000 alcohólicos. Esto equivale a un 15-18% de la población y afecta a alrededor de 700,000 personas si tomamos en cuenta a sus familias. Se calcula también que tenemos entre 100,000 y 125,000 adictos a cocaína y heroína, lo cual afecta a más de 400,000 personas. La tasa de alcoholismo de este país es tres veces mayor que la de Estados Unidos y siete veces mayor que la de Canadá, Europa y Australia.

• La tasa de homicidios en la Isla es de uno por cada 100,000 habitantes, lo cual nos coloca en la cuarta o quinta posición en el mundo. Sólo nos superan Irak, Colombia, Oriente Medio y Chechenia (todos países inmersos en algún tipo de guerra). Además, el homicidio es la primera causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años de ambos sexos. El 50% de las muertes por homicidio se encuentra en este grupo.

• 587.6 personas por cada 100,000 habitantes sufren de sida, lo cual nos ubica en sexto lugar mundialmente, a niveles comparables con los de África Central.

• El 60% de nuestra población vive bajo los niveles de pobreza.

La violencia de nuestro país tiene raíces profundas y necesita soluciones a corto, mediano y largo plazo que vayan precisamente a esas raíces.

Hace unas semanas, el secretario del Departamento de la Familia, Félix Matos, expresó que “la falta de planificación es el factor que genera gran parte de la violencia en el país”. Dijo además que “la carencia económica y la desigualdad social y de acceso a los bienes de consumo también genera conductas violentas. Pienso que eso (la violencia) es parte de un problema de planificación en este país, aparte de los problemas y el estrés que puedan tener las diferentes personas que se comportan de una manera poco tolerante. Todos sabemos que el fenómeno de la desigualdad social, que es parte de Puerto Rico desde hace décadas, es un problema estructural y eso ciertamente es un detonante para la violencia”.

Me atrevo a ir más allá y afirmar que la separación del ser humano de su entorno natural y la destrucción del mismo genera gran parte de esa violencia. En mi primer Eslabón les expuse que a mi mejor entender todo está relacionado con el ambiente. Y el ambiente es la primera víctima de la falta de planificación adecuada en este país. Es así como la violencia, la criminalidad y las enfermedades mentales y físicas están íntimamente ligadas a la relación que sostenemos con nuestro entorno.

Pero no es lo mismo cuando hallamos evidencia científica que respalda nuestras percepciones o creencias. Existe toda una rama de la ciencia dedicada a estudiar esta relación ambiente-salud mental. Relaciona la sicología con la ecología y por ende su nombre: ecosicología. El término fue utilizado por primera vez por Theodore Roszak en 1992. También se le conoce como sicología ambiental, sicoecología, ecoterapia, terapia global, terapia verde o sicoterapia basada en la naturaleza.

De acuerdo con la ecosicología, el mundo natural, en su concepto más amplio, puede inspirar y ayudar a la mente humana, porque fue de ahí, precisamente, de donde evolucionó el ser humano. Propone que el humano depende de su entorno natural no sólo para su sustento físico, sino también para su salud mental. A fin de cuentas, la sicología es el estudio del alma en toda su complejidad y contradicción.

Concibe, pues, la ecosicología que cuando destruimos ecosistemas una parte de nosotros muere con ellos. Existe un vínculo emocional, dicen los ecosicólogos, entre los seres humanos y el ambiente natural en el que nos desenvolvemos. Por lo tanto, en un planeta que se está deteriorando rápidamente, los humanos nos encontramos plagados de conflictos emocionales.

En un estudio llevado a cabo en Chicago se encontró que la tasa de criminalidad era dramáticamente menor en aquellos residenciales rodeados de árboles y verdor en comparación con otros residenciales cercanos rodeados solamente por cemento. Los edificios que tenían altos niveles de vegetación mostraban 48% menos delitos contra la propiedad y 56% menos crímenes violentos.

Se especula que el verdor ayuda a las personas a relajarse, lo que reduce el número de potenciales agresiones. Además, invita a las personas a salir al aire libre, lo que puede contribuir a disminuir la criminalidad.

Hay también estudios que estiman que en 1981 en Estados Unidos existían más de 300 programas de crecimiento personal y manejo de emociones dirigidos a delincuentes juveniles, líderes de industrias y negocios, pacientes siquiátricos, militares y educadores que se llevaban a cabo al aire libre y en contacto directo con la naturaleza. Los resultados de estos estudios nos muestran que el alejarnos del ruido y del bullicio, y entrar en lugares silenciosos, tranquilos, fuera de lo urbano, contribuye a ayudarnos a recuperar la serenidad y el sosiego.

En Puerto Rico hay expertos dedicados a prácticas de esta índole, tales como el siquiatra Luis Raúl Colón, quien enseña Ecología Humana a estudiantes de escuela superior; el doctor Víctor Marcial, miembro del Sierra Club, quien ofrece caminatas y talleres restaurativos en El Yunque; y la doctora Mary Axtmann, quien lleva años estudiando y practicando técnicas de ecosicología.

Cuando perdemos un área de valor ecológico desperdiciamos la oportunidad de que contribuya a esa serenidad que tanto añoraba Muñoz Marín y que resulta vital hoy para nuestro pueblo.